Al comenzar el curso todo era nuevo, una nueva etapa al entrar en bachillerato, nuevos compañeros, una nueva forma de dar clases, nuevos profesores, y en algunos casos nuevas asignaturas, como lo era filosofía. En mi caso, yo no tenía ninguna esperanza o motivación por esta asignatura, ya que siempre la pintan como aburrida y realmente no sabía nada sobre ella. Esto es un prejuicio muy grande, porque en cuanto empezaron las clases y se desarrolló un poco la asignatura, mi perspectiva fue cambiando. Sin duda alguna es una de las asignaturas en las que más he aprendido durante el curso, y ya no solo temario de filosofía, sino que también cultura general. Durante las clases siempre hemos llevado un ritmo pausado, en el que podías entender todo bien y daba pie a responder todo tipo de dudas que surgían. Además siempre hay buen rollo en la clase, incitándote a querer aprender más y a participar, cosa que no sucede siempre en todas las asignaturas. Las clases resultan muy dinámica...